Studs placed on a desk surrounded by books, an analogue camera, a cup with colours, and other personal objects

Por qué no hago joyería en serie

Aunque aprendí con un curso de pendientes en serie (sí, ese de Domestika), lo cierto es que nunca tuve la intención de seguir ese camino. Al final, todo se reduce a una sola cosa: quedarte con lo que te funciona.

El curso llegó por casualidad en un momento en el que necesitaba experimentar (haciendo scroll en Instagram, para qué nos vamos a engañar). Y fue justo lo que necesitaba: una base técnica. Vi todos los vídeos, aprendí la lógica de la producción en serie y me di cuenta de que lo que realmente me interesaba era el proceso, no la repetición.

Mis primeras pruebas nacieron de ahí y todavía hoy me siento orgullosa de esas piezas (sobre todo porque las llevan mis amigas). Las hice sin presión, con libertad. Lo de acondicionar la arcilla sigue pareciéndome una pesadilla, pero es también un ejercicio que me ha enseñado a alejarme del perfeccionismo y abrazar la paciencia.

Por eso, en lugar de cortadores trabajo con un cutter cortando pieza por pieza, de forma intuitiva. Cada pendiente nace de un momento. Lo que trato de conseguir no es la perfección, sino el carácter.

Lo mío no era la producción en serie. Lo mío era otra cosa: escuchar mi propia voz (o la de los podcasts que me pongo mientras trabajo. No todo va a ser intensidad).

Regresar al blog